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Uso de los mandalas para la atención plena: Un camino único para controlar el estrés

KaiKai
14/07/2024 15:25:00

En un mundo que se mueve a un ritmo vertiginoso, el estrés es un compañero constante para muchos de nosotros. Las largas jornadas de trabajo, los retos familiares y los compromisos sociales nos llevan, a menudo, a niveles de tensión que pueden ser perjudiciales para nuestra salud mental y física. Pero, ¿y si hubiera una herramienta, antigua pero a la vez muy accesible, que pudiera ser clave para gestionar esa presión cotidiana? Hoy vamos a explorar cómo los mandalas, esas figuras circulares llenas de patrones y colores, ofrecen un camino singular hacia la atención plena y el manejo del estrés.

Los mandalas, que provienen de la tradición hindú y budista, son mucho más que simples dibujos o decoraciones. Estas representaciones simétricas son en realidad mapas de la vida espiritual en esas culturas, utilizadas como medios para la meditación y el crecimiento personal. Lo que en un tiempo era un recurso exclusivo de monjes y eruditos espiritualistas, ahora se ha popularizado como un método efectivo de relajación y búsqueda del equilibrio interior.

Al centrarnos en el diseño cuidadoso de un mandala, ya sea coloreando uno ya hecho o aventurándonos a dibujar el nuestro, estamos participando en una forma de meditación activa. Es precisamente ese acto de concentración en el detalle y la repetición simétrica, lo que produce un estado de calma y centramiento. De hecho, el proceso mismo de trabajar con mandalas invita a la mente a enfocarse en el presente, alejándola de preocupaciones pasadas o futuras.

Los efectos terapéuticos de colorear mandalas están respaldados por varias investigaciones. Estudios sugieren que esta práctica puede ayudar a disminuir la ansiedad, incrementar la creatividad y mejorar la concentración. Colorear tiene la capacidad de activar diferentes áreas del cerebro implicadas en la visión y en la coordinación motora fina, mientras promueve un estado de relajación similar al de la meditación.

Ahora bien, es importante señalar que el enfoque hacia la atención plena mientras se colorea un mandala es lo que verdaderamente potencia sus beneficios. La idea es dejar de lado evaluaciones de "bueno" o "malo" y sumergirse en el proceso de seleccionar colores, trazar líneas y rellenar espacios. Es un acto de autoexpresión y al mismo tiempo un ejercicio de autoobservación, donde uno puede notar los propios patrones de pensamiento y emociones emergentes.

Uno de los hallazgos más fascinantes sobre este proceso es cómo puede actuar como un barómetro del estado interior de una persona. Los colores que elegimos, la presión que aplicamos al papel y la atención o dispersión durante la actividad reflejan muchas veces nuestro mundo interno. En consecuencia, los mandalas pueden transformarse en una especie de diario visual que, a través del tiempo, nos muestra un camino de evolución personal.

Para quienes se inician en esta práctica, aquí van algunos consejos. Primero, el ambiente importa: busque un espacio tranquilo donde no sea interrumpido, puede ser su rincón favorito de la casa o un lugar que emane paz. Apague notificaciones de dispositivos electrónicos y, si lo desea, ponga música suave que fomente la concentración.

La elección del mandala también es un acto personal. Algunas personas prefieren complicados patrones que suponen un reto, mientras que otras se inclinan hacia diseños más simples que les permiten fluir sin mucha resistencia. Un buen método es comenzar con algo no demasiado abrumador y, poco a poco, a medida que se sienta más cómodo, explorar diseños más complejos.

No menos importante es el papel de la respiración durante la actividad. Mientras colorea, intenta llevar un ritmo respiratorio constante y consciente. Esto no sólo optimizará la experiencia de atención plena sino que incrementará el efecto calmante en su mente y cuerpo.

Por otro lado, la práctica con mandalas va más allá de un simple pasatiempo. Puede facilitar una introspección profunda, ayudando a revelar y trabajar sobre conflictos emocionales. Algunos terapeutas incluso integran mandalas en sus tratamientos, pidiéndole a los pacientes que expresen sus sentimientos y problemas a través de los patrones y los colores.

La belleza de emplear mandalas para el manejo del estrés es que, son una herramienta altamente adaptable a las necesidades individuales. No requiere de grandes inversiones ni preparaciones específicas; con lápices de colores, rotuladores o incluso materiales encontrados en la naturaleza, puede embarcarse en un viaje de autocuidado expresivo y meditativo.

En suma, el uso de mandalas como método para desarrollar la atención plena y manejar el estrés es un enfoque que integra arte, espiritualidad y psicología. Al dedicar tiempo al meticuloso acto de colorear o dibujar un mandala, estamos invitando la calma a nuestras vidas y cultivando una relación más amable y comprensiva con nuestra propia mente. Así, cada pequeño espacio coloreado se convierte en un paso más hacia nuestro bienestar en este intrincado laberinto de la vida moderna.

Los mandalas, con su circularidad y equilibrio, nos recuerdan que pese a la aparente complejidad de sus diseños, en el centro siempre hay un punto de calma, una especie de oasis personal a donde podemos retirarnos para reencontrarnos. Y así, en el bullicio diario, nos ofrecen un recordatorio palpable: a pesar de la tormenta externa, siempre hay un espacio interno de paz al que podemos acceder.

por KaiK.ai